Ese es el título de mi entrada hoy en
El ruido y las nueces, que podría, casi, haber sido escrita en Malaprensa. Básicamente: los medios han contado profusamente una medio-noticia (que la iglesia se opone a la despenalización de la homosexualidad) y con la boca pequeña su desmentido (que la iglesia apoya dicha despenalización).
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