Hace unos días en El País hablaban de un estudio académico sobre los hábitos de los españoles en torno a la cocina. El titular era este:
Cuánta gente cocina en España (y cuánta no toca casi nunca una sartén)
El estudio académico es a mi juicio bastante problemático,* pero vamos a obviar ese aspecto, ya que no sabemos si el periodista ha tenido acceso solo a una nota de prensa, o al contenido completo del artículo (que no es de acceso abierto), ni cabe esperar, tal vez, que un periodista se ponga a enmendar la plana, por razones metodológicas, a un estudio publicado en una revista científica.
De modo que podemos aceptar que el periodista haya tomado al pie de la letra lo que dice el estudio, que es que el 59,1% de los españoles cocina en casa todos o casi todos los días. Lo que se entiende menos es que a partir de ese dato se construya un argumento, que nada tiene que ver con el estudio, sobre la comida preparada y el posible futuro apocalíptico en el que nadie ya cocinará en casa.
Porque en efecto, tras una mención, no precisamente laudatoria, al vaticinio de Juan Roig (el de Mercadona) de que en unos años nadie cocinará, y casi todos comeremos comida preparada fuera de casa, el texto decía lo siguiente:
... a día de hoy, la claudicación definitiva sigue muy lejos, porque un 59,1% de los españoles cocina a diario.
¿Son muchos? Según como lo interpretemos. Para el científico y profesor universitario Javier Sánchez Perona, el dato “alarmante” es más bien que el número de los que no cocinan nunca o muy rara vez va creciendo de manera gradual desde hace décadas y alcanza ya el 40,9%. Es decir, que cuatro de cada diez compatriotas viven ya en algo parecido a ese escenario distópico –viviendas sin cocinas, porque ya nadie querrá utilizarlas– en el que Roig augura que nos habremos instalado todos dentro de un cuarto de siglo. [énfasis añadido]
El problema del segundo párrafo es que es una pura invención. Primero, porque en el estudio citado, aparte del 59,1% que dice que cocina a diario o casi a diario, otro 13,1% dice que cocina 4 o 5 veces a la semana, y otro 13,7% cocina 2 o 3 veces a la semana. Los que cocinan una vez a la semana, o nunca, son solo el 14,1% de los encuestados (de nuevo, no puedo saber si todos esos porcentajes estarían en la nota de prensa que le llegó al periodista).
Pero hay otro problema aún más importante, que al parecer ni al autor del artículo ni al profesor Sánchez, se les ha pasado por la cabeza. Uno puede no cocinar, y sin embargo comer comida preparada en casa... ¡por otras personas! Resulta que en España las personas que viven solas son (con datos de 2023) unos 5 millones, de un total unos 47 millones. La mayoría viven, vivimos, en hogares compuestos por más de una persona. Y en fin, aunque las situaciones son variadas, es lo más habitual que en muchos hogares haya una persona que sea la que más habitualmente cocina, y haya una o más personas que no cocinan nunca o casi nunca, pero comen lo que prepara otro miembro de la familia (asombroso, ¿no?).
Haciendo unas cuentas sencillas, con datos extraídos del INE sobre la población española por edades y por hogares, y teniendo en cuenta que la encuesta solo se dirigía a adultos, podemos estimar que si el 59,1% de los adultos cocinara a diario o casi a diario, eso serían aproximadamente 23,3 millones de personas, frente a 18,5 millones de hogares. Es decir que, aun sin incluir a los que cocinan 4 o 5 veces a la semana tendríamos, en promedio, más de una persona que cocina a diario por cada hogar español (1,25 aproximadamente). Dicho de otra forma, el dato de que "solo" el 59,1% de los españoles adultos cocine a diario sería perfectamente compatible con que el 100% de los adultos (y los menores) consumiera a diario comida preparada en casa.
De hecho, por mucho que lo sugiera el profesor Sánchez, no creo que el porcentaje de personas que cocinan a diario sea ahora más bajo que hace 20 o 30 años, cuando menos gente vivía sola, menos mujeres trabajaban fuera de casa y los repartos de tareas domésticas eran menos igualitarios.
En fin, que estamos ante un caso llamativo de retorcimiento de unos datos (de baja calidad, por otra parte) para hacerles decir lo que no dicen, y montarse un relato completamente fantasioso sobre la difusión de la comida precocinada en España. Que seguro que está creciendo, y que ya habrá algunas personas que realmente solo comen fuera de casa, o con comida preparada fuera. Pero desde luego lo que ese estudio no dice, ni probablemente sea cierto, es que sea ya la manera de alimentarse de un 40% de la población.
* El problema del estudio es que se basa en una encuesta online con muestra no probabilística de tipo
bola de nieve, a partir de redes sociales. Por lo tanto, en realidad, no
hay ninguna manera de saber si la muestra que responde se parece o no a
la población española, o en cuanto se puede desviar lo encontrado en la
muestra respecto a la población (de hecho sí se sabe, porque el artículo lo dice, que la muestra es más joven y más femenina que la población española). Es el tipo de muestra que yo hago a veces con estudiantes de trabajos fin de grado, haciéndoles notar que deben indicar claramente en el trabajo que entienden que una muestra así no es válida para hacer ningún tipo de afirmación sobre la población, pero que se puede hacer, dadas las limitaciones de un trabajo en la universidad, como ensayo, simulación o ejercicio práctico sobre cómo se interpretarían esos datos "si fueran buenos". Me llama la atención que un estudio así se publique en una revista académica aparentemente seria, de una de las grandes editoriales internacionales.
Luego que por qué triunfa el anticientifismo de Trump y RFK. Las revistas científicas son una basura, en general. Y la ciencia se cree por encima del bien y del mal. https://morgridge.org/story/for-effective-science-communication-just-the-facts-isnt-good-enough/
ResponderEliminarEl problema aquí no está, aparentemente, en la revista científica, sino en la interpretación absurda que se hace de los datos.
EliminarEn general, las revistas científicas NO son basura.
En general, los científicos NO nos creemos por encima del bien y del mal, de hecho, somos muy críticos entre nosotros mismos.
Pero si lo dice el propio Josu, que no entiende que la revista publique ese artículo. Ha leído ud. el post hasta el final? Ud. demuestra precisamente la soberbia de los científicos, opinando sin documentarse, y creyéndose que las revistas científicas son de fiar a priori.
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