12 de mayo de 2023

A vueltas con las rectificaciones

Me quejaba yo el otro día de la tímida rectificación de El Mundo, pequeñita y en páginas interiores, de una barbaridad publicada en la parte superior de la portada del domingo.

Vuelvo ahora al asunto de las rectificaciones, con un nuevo caso en el que un medio ha generado mucha confusión con una ilustración poco acertada, pero sin decir en ningún momento nada erróneo o falso. Surge entonces la duda de si se debe rectificar o no algo que en realidad nunca se ha dicho.

Les cuento. El martes 9 la Cadena SER colocó en su web una noticia con este título: "La alarmante imagen de España tomada por un satélite que ha compartido la AEMET". El subtítulo de la noticia era este: "Las fotografías fueron tomadas el 2 de mayo de 2022 y 2023, respectivamente, por uno de los Sentinel-2 que tiene desplegado la Unión Europeo [sic] para observar la evolución de los bosques, la corteza terrestre y posibles desastres naturales". 

Pero la foto que aparecía inmediatamente debajo no correspondía a lo que se describía en ese subtítulo, sino que era esta (que ya no aparece, pero la pueden ver en el Internet Archive):

Imagen de satélite donde se ve el sureste de Europa, donde España tiene un color rojo muy vivo, como si ardiera, y el resto de países alrededor tienen los colores normales de una imagen de satélite

En realidad, la imagen de la que hablaba el título y el subtítulo sí estaba en la noticia, mucho más abajo, y era esta otra:

Eso sí corresponde al subtítulo, y a lo que contaba el texto de la noticia: son dos fotos de la misma zona, que se identificaba en el texto como una parte de Extremadura, y que muestran, en efecto, colores muy diferentes entre mayo de 2022 y 2023.

¿Entonces, la primera foto? Pues la primera foto, pienso, poniéndome en la versión más inocente, que fue una ocurrencia de alguien que quiso dar "vidilla" a la noticia, poniendo algo llamativo en su cabecera, y no se le ocurrió otra cosa que poner esa foto que es una ilustración "artística" que solo pretende destacar con el color llamativo la superficie de España sobre el fondo de la imagen normal del satélite, y que el propio pie de foto atribuía a Tomas Griger, un señor que vende fotos similares de muchos países, como contaron en Maldita.es. Nada en el texto decía que esa foto fuera la que se mencionaba en el titular pero su colocación al comienzo de la noticia podía crear, lógicamente, esa impresión. Hacer una noticia con el titular de una "alarmante imagen" y poner justo debajo, bien grande, otra imagen que no tiene nada que ver con el titular, es realmente una chapuza notable.

En definitiva, si uno leía toda la noticia, no le cabía duda de que la foto distribuida por la AEMET, objeto de la noticia, era la segunda. Pero quien viera por encima el título y la gran foto del encabezamiento podía entender otra cosa. El estropicio fue aún mayor porque la Cadena SER publicó un tweet enlazando a la noticia, y acompañó el titular con la primera foto, que no tiene nada que ver con el contenido real de la noticia, y que daría a entender que la AEMET está difundiendo una foto donde España, entera, padece algún tipo de fenómeno meteorológico que curiosamente esquiva, de manera perfecta, a Portugal.

Las reacciones en Twitter fueron en algunos casos de cachondeo, pero en otros de indignación, por parte de quienes creyeron que una institución gubernamental realmente estaba difundiendo esa imagen como si representara algún fenómeno meteorológico, o climático, la temperatura, o la sequía, o a saber qué. Y a todo esto, resulta que en los últimos meses, al parecer, los trabajadores de la AEMET y la propia institución están siendo atacados con virulencia en las redes sociales por escépticos del cambio climático que les acusan de alarmistas, de difundir información falsa, o de ocultar los supuestos efectos nocivos de los chemtrails sobre el clima. Lo último que necesitan es que un medio importante les atribuya que difunden imágenes alarmantes que no tienen nada que ver con ellos. 

Fíjense en lo curioso del caso. La SER no ha dicho en ningún momento que la AEMET haya distribuido esa imagen. Pero la ha colocado, en la noticia y en Twitter de tal manera que el lector despistado lógicamente era eso lo que entendía.

¿Qué ha hecho la SER tras comprobar el jaleo que se ha montado? Pues ha editado la noticia en la web, quitando la foto inicial y poniendo una imagen sin pie de foto que muestra simplemente una pequeña hierba saliendo de una tierra reseca. Y también ha editado el tweet (los del blue check lo pueden hacer), que pueden ver ustedes aquí, poniendo la misma foto de la hierbita. Claro, si usted llega de nuevas al tweet y ve las respuestas, no entiende nada, porque todas ellas se refieren a la foto inicial, la de España en un rojo furioso. Lo mismo pasa con los comentarios de la noticia en la web, que se refieren a la foto inicial.

Lo crucial, para mí: ni la web ni el tweet mencionan que se ha modificado la noticia, y que se ha quitado una imagen, ni por qué se ha hecho. Por eso, como digo, el lector que llegue de nuevas a la noticia o al tweet no entenderá nada de lo que dicen los comentarios.

Como en realidad la noticia nunca dijo que esa foto fuera la mencionada por la AEMET, la SER podría argumentar que que no ha habido nada más que un cambio estético en la noticia, que el texto no se ha tocado, y que por tanto no ha habido realmente una rectificación, ni hay por qué contarle a los lectores algo del tipo "aquí arriba pusimos una imagen chula que luego resultó que la gente entendió mal, se armó un jaleo y la hemos cambiado por esta otra". Es un caso límite, pero mi inclinación, como se imaginarán, va a favor de que se haga explícito que ha habido un cambio, porque no, no es solo una cuestión estética. Por torpeza se había dado a entender algo que no se decía, sobre un asunto de importancia, y afectando además a la reputación de la AEMET. Lo justo, creo, es explicarlo y disculparse. 

11 de mayo de 2023

Una modesta propuesta de reforma de la ley electoral

[Esta entrada no es sobre medios de comunicación]

 En pocos días se me han acumulado varias anécdotas relacionadas con un aspecto, reconozco que de importancia pequeña, pero no trivial, de nuestra ley electoral:

1. Un amigo candidato a concejal de un pequeño pueblo de Ávila, por uno de los dos partidos grandes, me preguntó se me importaría aparecer en su lista electoral, en uno de los últimos puestos, simplemente de relleno, porque necesitan llenar la lista con "alguien", aunque no sea del partido, ni viva allí, ni coincida políticamente ideológicamente con ellos, pero no le importe hacerles el favor.

2. Un amigo de un amigo me cuenta que va en la lista electoral de un pequeño pueblo de la sierra de Madrid, distinto del que vive, también en últimas posiciones, sin posibilidad de ser elegido, aunque no coincide del todo políticamente con ese partido, pero es por hacer un favor a su mujer, que es miembro de ese partido, y candidata ella también a concejala.

3. Se arma un mini-escándalo, con mucho choteo en las redes y los medios, sobre la lista de Ciudadanos para el ayuntamiento de Oviedo, en la que van como candidatos la mujer, la cuñada, la suegra y una tía del candidato a alcalde. Leyendo la noticia vemos que esas personas ocupan los puestos 15, 22, 25 y 26, en una lista de 30 (27 más tres suplentes), para un ayuntamiento en el que Ciudadanos, en los buenos tiempos consiguió que se eligieran cinco concejales.

Las tres anécdotas son pequeñas ilustraciones de algo que todo el mundo que está en política, y cualquiera que preste un mínimo de atención sabe, que es que un número importante de los "candidatos" en las elecciones son simplemente de relleno y no tienen ninguna aspiración de ser elegidos ni intención alguna de desempeñar el cargo, suponiendo que por una serie de catastróficas desdichas todos los miembros de la lista en posición superior fueran renunciando a él. Son candidatos puramente ficticios.

Y para cumplir con ese ritual ficticio que la ley electoral impone, los partidos, incluso los más grandes, acaban pidiendo favores a amigos y familiares, en pueblos pequeños y no tan pequeños, para que figuren, haciendo bulto, para cumplir con una formalidad vacía de contenido impuesta por la ley. Los partidos más pequeños, como ilustra la anécdota tercera, pueden incluso acabar tirando de familiares para puestos de relleno en ciudades grandes, acabando en situaciones cómicas como la de Ciudadanos en Oviedo, pero en realidad igual de faltas de consecuencias que si esos puestos los hubieran ocupado compañeros de trabajo, vecinos o primos terceros de otros miembros de la lista, sin ninguna verdadera intención de salir elegidos.

Tal vez piensen ustedes que todo esto no tiene importancia, y es cierto que no es un problema demasiado grave, pero tampoco es irrelevante. La ley electoral impone a los partidos políticos una carga de trabajo considerable, con todo el papeleo administrativo que supone buscar y presentar documentación de decenas miles de falsos candidatos (se eligen ahora unos 67.000 concejales). Para los partidos pequeños esa carga es aún más ridícula. Pensemos en un partido, que aspire a conseguir uno o dos concejales en, pongamos, los aproximadamente 260 municipios que hay en España con más de 30.000 habitantes. La ley les obligaría a poner en sus listas a unas 5.000 personas, cuando en realidad los únicos con aspiraciones reales de ser elegidos serían entre 250 y 500. Hay que buscar unos 10 candidatos falsos por cada candidato de verdad, ciudad por ciudad, para satisfacer una exigencia absurda de la ley electoral, creando así una barrera innecesaria a la participación electoral.

Todo eso se podría resolver con una modificación muy simple de la ley electoral, que permitiera a los partidos y coaliciones presentar listas con menos candidatos que el total de los puestos a elegir, tal vez con un mínimo de, qué se yo, un 25% de los puestos elegibles, o incluso sin él. Y así cada partido podría hacer sus cábalas de cuántos puestos puede esperar obtener, y presentar listas con ese número de candidatos más unos pocos candidatos de verdad adicionales, contando con la posibilidad de obtener algún escaño más que sus mejores expectativas, y con tener un número de suplentes disponibles, para los casos de renuncias, incapacidades o fallecimientos que se pueden dar a lo largo de un mandato de cuatro años.

Lo normal sería que nunca ningún partido se quedara sin candidatos disponibles para cubrir todos los puestos elegidos, y las suplencias que surgieran durante el mandato. Si muy de cuando sucediera eso en algún lugar, se podría regular que el partido que se hubiera equivocado en sus cálculos simplemente perdiera ese puesto de concejal, o diputado, o bien algún otro procedimiento para designar a posteriori un sustituto para la vacante no cubierta. A algún jurista puritano le puede resultar extraño ese procedimiento, ya que pondríamos en un puesto electivo a alguien a quien nadie ha votado. Pero en realidad, ese suplente designado a posteriori, sería tan poco "elegido" por los votantes, en un sentido material, y no formal, de la expresión, como el número 30 de la lista de cualquier partido pequeño al ayuntamiento de Oviedo, o de cualquier otra ciudad con 27 concejales.

Lo curioso es que en este caso los administrados que son "víctimas" de la mala legislación son los partidos políticos, que tienen en sus manos el poder para cambiar la ley. Por qué no lo hacen es un misterio para mí. Tal vez los grandes piensan que la ley les beneficia, ya que es más fácil para ellos encontrar esos miles y miles de candidatos de mentirijillas, y así le hacen la vida más difícil a los partidos pequeños. O tal vez es pura inercia: "Siempre se ha hecho así". Pero si siempre se ha hecho mal, habrá que dejar de hacerlo algún día, ¿no?

4 de mayo de 2023

Error catastrófico, rectificación discreta

[Texto corregido. No había encontrado la rectificación, que sí se produjo]

Lo comenté ya hace días en Twitter, pero creo que este asunto es digno de que quede registrado para la posteridad en el blog. El domingo 30 de abril, la portada de El Mundo llevaba esta noticia en su parte superior derecha:

Portada incluye titular que dice "Récord en la alta velocidad pero aún se deben más de 358 millones por habitante"

 

Varios lectores me avisaron de la locura que era este titular. 358 millones de euros por habitante equivalen a unos 17.000 billones de euros. (17*10^15) Es decir, siendo el PIB anual de España a precios corrientes de aproximadamente 1,3 billones de euros, estamos hablando de una deuda que sería unas 12.800 veces el PIB español.

Naturalmente, alguien se había líado al hacer las divisiones, porque según el texto de la noticia la deuda pendiente es realmente de 17.000 millones (17*10^9), es decir, de unos mucho más manejables 358 euros por habitante, que representan solo el 1,28% del PIB español.

Antes creíamos que la portada de un periódico era objeto de máxima atención y cuidado, especialmente el domingo, el día de mayores ventas. Cada vez es más difícil pensarlo.

Al día siguiente, en la edición de Madrid, y en la edición Nacional, al pie de dos noticias no relacionadas con el tema (sobre la cotización del dólar en Argentina y la crisis bancaria en USA) aparecía, la Fe de errores siguiente: 

Fe de errores: Ayer, en la noticia titulada 'Edad de oro de la alta velocidad pero sin alivio a la deuda de Adif' se deslizó un error de edición en la cuantía de dicha deuda en su cálculo por habitante. Son 358 euros.

Este era el aspecto de la rectificación en la edición de Madrid, por ejemplo, en la esquina inferior derecha de la página 27:


Obviamente, la visibilidad de la noticia en portada no tiene nada que ver con la de la Fe de errores, redactada de tal manera que el lector no avisado no sabe que el "error de edición" apareció en el texto de la noticia y también en el titular de portada. Ni se da cuenta de la magnitud del error (multiplicar la deuda por habitante por un millón). No sé lo que dirá el manual de estilo de El Mundo sobre la prominencia que se debe dar a las rectificaciones, pero a mí me parece que aquí hay un exceso de discreción. 

 ******

La versión anterior de este texto se titulaba "Error catastrófico, rectificación inexistente" y concluía con los párrafos que dejo más abajo, tachados, que erróneamente decían que no había habido rectificación. Había buscado la rectificación en una base de datos de contenidos de prensa a la que tengo acceso (MyNews) usando para la búsqueda las palabras "Adif" y "358" en el periódico del día siguiente. La búsqueda me dio como resultados las dos noticias mencionadas más arriba, pero al ver que eran noticias de temas tan distintos, no las abrí, sin caer en la cuenta de que en la base de datos la Fe de errores podría haber quedado indexada dentro de otro texto no relacionado, como era el caso. Saqué así la conclusión errónea de que El Mundo no había publicado una rectificación. Por tanto, los párrafos siguientes son incorrectos. 

La historia es además aún más triste porque semejante error garrafal no ha sido rectificado. Salvo errores en mis búsquedas, ni en portada, ni en páginas interiores, El Mundo ha tenido el detalle de contar a sus lectores de pago que el domingo les dio mercancía averiada, con un titular que se equivocaba en seis órdenes de magnitud sobre el tamaño de la deuda de Adif. Ya saben, algo como "psst, oiga, que no debemos cada uno 358 millones, que son 358 euros". 

A quien mande en El Mundo no le ha parecido pertinente esa advertencia, lo que equivale a una declaración implícita de que nunca van a rectificar ningún error, por grande que sea.

A lo mejor piensan que el disparate es tan obvio que nadie se lo habrá creído. O a lo mejor utilizan la defensa que uso la Fox hace unos años en una demanda en la que se citaban algunos contenidos potencialmente difamatorios del programa de Tucker Carlson, el presentador al que recientemente sí han acabado desipidiendo. El juez de aquel caso desestimó la demanda porque dijo que Fox había argumentado convicentemente que "dada la reputación del Sr. Carlson, cualquier espectador razonable lo ve con una apropiada dosis de escepticismo sobre las afirmaciones que hace". Por lo tanto, "el tono general del show debería entonces informar al espectador de que [Carlson] no está 'declarando hechos reales' sobre los temas que analiza y, en cambio, está participando en 'exageraciones' y 'comentarios no literales'". ¿Será así como piensa El Mundo que debemos leer su periódico?

5 de marzo de 2023

¿Suicidios de menores al alza?

Hoy publica El País una pieza sobre el suicidio de niños y adolescentes, que quiero usar como punto de partida para ilustrar un problema típico con el que nos encontramos al intentar interpretar algunas estadísticas sociales. Las estadísticas de evolución del fenómeno no eran el asunto central de la pieza, pero sí se usaban para enmarcar el asunto, diciendo que los suicidios entre los niños de 10 a 14 años están "en alza desde 2019", y que el dato de 2021 (último disponible), con 22 suicidios, había sido el mayor desde hace 30 años. Sin embargo, también se contaba que en el siguiente grupo de edad, de 15 a 19 años, los 53 suicidios de 2021 estuvieron "por debajo de la media de las últimas cuatro décadas."

Me ha picado la curiosidad por estas dos tendencias aparentemente dispares, y más en general por saber lo que viene pasando a largo plazo, ya que los análisis de variaciones de fenómenos en periodos cortos pueden ser engañosos. Muchos fenómenos sociales suben y bajan en periodos breves sin que eso signifique necesariamente que hay una tendencia de fondo real. Son oscilaciones o dientes de sierra en torno a la tendencia, que puede ser plana, ascendente o descendente, a largo plazo, pero "no se ve" si uno se queda mirando lo que ha pasado en un periodo demasiado corto. Siendo además el número total de suicidios entre niños de 10 a 14 años tan bajo en números absolutos (dice la noticia que 22 es el máximo en 30 años), es aún más probable que haya bandazos y oscilaciones aparentemente muy drásticas que sean solo producto del azar, y no reflejen ningún cambio en la tendencia de fondo.

Así que he entrado en la web del INE que, como dice la propia noticia, es la fuente de sus datos. En la sección de Defunciones por causas puede verse el número de fallecidos por suicidio, por tramos de edad, desde 1980. Podríamos analizar directamente esos números para ver las tendencias a largo plazo, pero claro, el número de personas con esas edades en España ha cambiado mucho en los últimos 40 años. Por eso, con un pequeño trabajo adicional, he extraído también del INE los datos de población por edades, a 1 de julio (el día central del año) de cada año, y he calculado la tasa por millón de personas de fallecidos por suicidio, entre 1980 y 2021, para estos dos grupos edad. El resultado es este:


La línea azul representa las tasas para los niños de 10 a 14 años. Como era de suponer, por ser números absolutos muy pequeños, hay dientes de sierra considerables. Pero la media de cinco años, que elimina los dientes de sierra, permite ver que la tendencia general es más bien de estabilidad, en  todo caso con una suave tendencia de caída, más o menos desde 1990, hasta 2012 y un suave crecimiento desde 2012 hasta 2021. Y sí, se puede decir que "están al alza desde 2019", porque en efecto en los dos últimos años han subido. Sin embargo, la subida de 2020 no es muy diferente de la que ha habido un montón de veces en estos años, por los dientes de sierra ya mencionados. En cambio la subida de 2021 sí es muy llamativa. No solo el número absoluto es el más alto desde hace 30 años, sino que la tasa por millón de personas de esa edad (8,7) es la mas alta de toda la serie (por encima de los 8,4 de 1986). 

¿Cuánta importancia hay que darle a ese valor extremo? Aquí es donde suelo encontrar resistencia entre los estudiantes de periodismo, si trato de convencerles de que un valor extremo como este no debe ser destacado en una noticia, porque aunque el dato sea cierto no es informativo, ni valioso. O más bien no estamos seguros de que lo sea, porque ese valor tan alto de 2021 puede ser solo eso, un pico, un valor anómalo, producto de la acumulación azarosa de unos pocos eventos aislados (recordemos que son 22 casos individuales), una altura algo mayor en la montaña rusa de los últimos 40 años. O puede ser el inicio de una serie de años con valores sistemáticamente más altos que los de años anteriores. Y esto ahora mismo no es posible saberlo.

Por otra parte, al hablar del suicidio entre niños y jóvenes, son en realidad más relevantes los datos del grupo de edad entre los 15 y los 19 años (en rojo en la gráfica), ya que son muchos más casos, tanto en valor absoluto como en proporción a la población de esa edad. Y en relación con ellos llama la atención la caída enorme de la tasa, de casi dos tercios, entre el valor máximo, de 35,9 por millón, en 1988 y el mínimo de 12,5 por millón, en 2010. En los años posteriores ha habido un repunte, hasta un pico de 30,5 por millón en 2018, seguido de valores claramente más bajos en los tres años siguientes. 

En fin, aunque la línea azul y la roja no se mueven en paralelo, la tendencia entre los de 15 a 19 en los últimos años hace dudar aun más de que el salto súbito entre los más pequeños en 2021 responda a una corriente de fondo, y no se trate de algo pasajero y azaroso, producto en parte también de aislar los datos de un subgrupo muy pequeño, más dado a las oscilaciones erráticas.

En situaciones como estas parece que lo más informativo es centrarse en la media móvil, que precisamente elimina los dientes de sierra, y nos permite ver lo que pasa "por debajo" de las oscilaciones azarosas. Entre los niños de 10 a 14 años esto nos llevaría a pensar que seguimos en una fase de muy ligero aumento, iniciada en 2012, y a pensar, provisionalmente, que el pico de 2021 no es señal sino ruido. Sin embargo, muchos estudiantes de periodismo piensan que el "aquí y ahora" les obliga a informar de ese ascenso vertiginoso de 2021. De hecho, un periodista más sensacionalista que el de El País (y que hubiera hecho el trabajo de calcular las tasas por millón) podría haber escrito algo como "los suicidios de niños 10 a 14 años, en su nivel más alto en 40 años". No estaría mintiendo, claro, pero estaría dando información de muy poco valor. 

3 de agosto de 2022

Ni 300.000, ni 150.000, la típica deuda hipotecaria es de...

Ayer les hablé de esta noticia de El Confidencial que para asustar a los lectores usaba en su titular la subida de las cuotas que sufriría una familia con una hipoteca de 300.000 euros, firmada el año pasado, con ciertas condiciones, debido a la subida del euribor. Luego el texto contaba también lo que le pasaría a una familia con una hipoteca más pequeña, de 150.000 euros, contratada también el año pasado con las mismas condiciones.

Yo les decía que esos ejemplos estaban mal escogidos porque la hipoteca media no ha llegado prácticamente nunca a los 150.000 euros (algún mes suelto en los últimos 20 años), y en conjunto en los últimos años ronda más bien los 120.000 euros, y la mediana (valor tal que la mitad son más bajas y la mitad más altas) habrá sido con seguridad más baja. Y además, la deuda viva de las hipotecas contratadas hace unos años, lógicamente, es aún más baja. Especulaba yo que sería tal vez bastante menos de 75.000 euros.

Luego me lamentaba de que no hubiera (hasta donde yo sabía) estadísticas sobre la deuda hipotecaria viva de las familias, y pedía ayuda por si alguien conocía alguna. Un lector fiel, amigo, y con más conocimientos que yo (muchas gracias), me mandó enseguida un enlace a la Encuesta Financiera de las Familias, cuyos últimos datos publicados son de 2020. Hay una web muy completa, pero para nuestro propósito nos basta con el documento de resumen publicado, que dice, en el cuadro 7, página 34, que la deuda hipotecaria mediana (¡qué gusto!), de entre las familias que la tenían, era de 65.900 euros.

Recordemos lo que significa la mediana: la mitad de las familias (con deuda hipotecaria) tienen una deuda menor que esa cifra, y la otra mitad tienen una deuda mayor. Hay, claro, mucha gente con deudas mucho mayores y mucho menores. Pero como valor "representativo", la mediana es mucho mejor opción que un valor puramente arbitrario como el de la noticia de ayer (y otras muchas por el estilo). 

El informe no da otros valores de la distribución, pero sí da el valor mediano para distintos grupos de familias, por edad de la persona con más ingresos, por número de miembros, por renta... Pues bien, incluso entre las familias con más renta, superior al percentil 90 (es decir, que ganan más que el 90% de las familias), y que tienen hipoteca, la deuda hipotecaria pendiente mediana es de 92.000 euros. ¡Los 150.000 euros famosos no son representativos ni siquiera del 10% con más ingresos de la población! De los 300.000 euros del titular, ya mejor ni hablamos.

En fin, creo que lo suyo sería que los periodistas económicos conocieran estas cifras y las usaran, en lugar de números mucho más altos sacados de la chistera.

2 de agosto de 2022

Los casos extremos dan titulares "buenos"... pero mentirosos

 Leí el domingo en El Confidencial una noticia con este titular:

El euríbor esquiva el 1%, pero también golpea a las familias: hasta 2.400 euros más al año

El texto explicaba que en el último año el euribor ha subido casi un punto y medio (de -0,491% a 0,992%) y que por tanto las personas que tengan una hipoteca de interés variable cuya renovación se haga basándose en el euribor del mes de julio se encontrarán con una subida importante de la cuota el próximo mes. 

Para ilustrarlo se presentaban dos ejemplos. Una hipoteca contratada el año pasado, a 30 años vista, a un tipo de interés variable de euribor +0,99%, por un capital de 150.000 euros, tendría inicialmente una cuota de 448,72 euros, y al renovarse ahora pasaría a 549,71 euros, casi 101 euros más, que al año serían 1.212 euros. Si la hipoteca en los mismos términos de plazo y diferencial fuera para un capital de 300.000 euros todos los valores se multiplicarían por dos, lógicamente, pasando de una cuota inicial de 897,44 euros a una renovada de 1.099,42, con una subida de 201,98 euros mensuales, o 2.424 anuales.

He comprobado con uno de los muchos calculadores de hipotecas online que las cuentas están bien hechas, no simplemente recalculando una hipoteca a 30 años con el nuevo típo de interés, sino que han tenido en cuenta el capital amortizado en el año, y han calculado las cuotas que saldrían con el capital pendiente (145.352 euros, en la primera, 290.704 euros, en la segunda), y un periodo de pago que ya no sería de 30 años, sino de 29. ¿Todo bien, entonces?

No, todo no. Porque queda un asunto sin justificar: ¿cómo de buenos son los dos ejemplos escogidos? Es decir, ¿son comunes en España las hipotecas de 150.000 euros y de 300.000 euros? La respuesta es que no, no son muy comunes, aunque desgraciadamente tampoco podemos decir con mucha precisión cuánto de raras son. La estadística hipotecaria del INE nos da el valor de la hipoteca media contratada en España, por comunidades autónomas o por provincias, pero no nos da la distribución de los valores (es decir, no sabemos cuántas hipotecas hay de diferentes cuantías, solo el valor medio). Esta es la tabla de los valores medios en España, entre 2003 y 2021:

AñoHipoteca media sobre vivienda
200397.202€
2004110.275€
2005124.797€
2006140.324€
2007148.865€
2008139.655€
2009117.804€
2010116.934€
2011111.922€
2012103.438€
2013100.011€
2014102.253€
2015106.736€
2016109.785€
2017117.199€
2018124.265€
2019125.615€
2020134.738€
2021137.921€
Fuente: cálculo propio a partir de Estadística Hipotecaria del INE

Ningún año la hipoteca media anual ha llegado a 150.000 euros. Entre 2006 y 2007 sí que lo hizo cuatro veces la media mensual. Y en el último año los valores están subiendo muy rápido, de forma que en mayo pasado la media fue de 149.261 euros, y es posible que ya en junio se haya superado el umbral de los 150.000 euros. Esos valores medios no son facilitados directamente por el INE, sino que son calculados por mí, ya que el INE solo da, para cada mes o año, el número total de hipotecas constituidas y su importe total, de manera que la media hay que calcularla. También se puede calcular la media para varios años agrupados. Por ejemplo, para el total del periodo 2003-2021, la hipoteca media sería de 123.709 euros, y para los diez últimos años (2012-2021) 118.922 euros. 

Es decir, 150.000 euros está bastante por encima del valor medio de las hipotecas firmadas en España en los últimos 20 años, y todavía más de las de los últimos diez años. Hay que recordar, además, que las estadísticas sobre temas económicos suelen tener una distribución que en jerga estadística se llama asimétrica hacia la derecha, es decir, con una forma parecida a la que ven más abajo sobre los salarios brutos, que procede también del INE, en la que hay una larga cola de valores altos que se alejan de los valores más comunes y que "tiran" de la media hacia arriba, de manera que la mediana (el valor tal que la mitad de los valores están por debajo y la mitad por arriba) es más baja que la media, y por tanto más de la mitad de los valores están por debajo de la media. La moda (el valor más frecuente) es un valor incluso más bajo.


Aunque no sepamos la distrbución exacta sabemos que la forma del gráfico de las hipotecas sería similar a esta, y por tanto, sabemos que más de la mitad de las hipotecas firmadas en España desde 2003 tuvieron un importe inicial menor de 124.00 euros, y más de la mitad de las firmadas desde 2011 tenían un capital inicial menor de 119.000. Por lo tanto, no, una hipoteca de 150.000 euros no es en absoluto una hipoteca "típica" en España, por mucho que los medios se empeñen en usar ese ejemplo desde hace años. Seguramente la explicación de ese hábito está en que los medios se hacen desde las grandes ciudades donde sí, las hipotecas son en general por importes mucho más altos (en promedio en la Comunidad de Madrid, por ejemplo, por encima de los 165.000 euros, desde 2003).

Luego hay que recordar que las hipotecas firmadas hace 10, 15 o 20 años, claro, tienen un capital pendiente mucho menor que el capital inicial (aunque también les quedan menos años de amortización), por lo que se alejarían todavía más del supuesto de la hipoteca de 150.000 euros firmada hace un año, a la que aún le quedaría un capital pendiente de 145.000 euros. Desgraciadamente, que yo sepa, no hay ninguna estadística publicada sobre el capital pendiente de las hipotecas sobre vivienda "vivas" en España, pero de manera puramente especulativa, partiendo de los valores iniciales y de los ritmos típicos de amortización, no me extrañaría que el valor mediano estuviera bastante por debajo de los 75.000 euros, la mitad del valor de 150.000 euros usado como uno de los ejemplos del artículo.

¿Y qué decir del valor de 300.000 euros, que el El Confidencial elige para el titular? Pues como ya se imaginarán, por todo lo anterior, pienso que es simplemente indefendible, porque las hipotecas por importes como ese o superiores que se han firmado en España en los últimos años debe de ser una proporción muy pequeña del total. Quizá (especulo) ni el 10%. No tiene sentido basar el titular en la experiencia de una pequeña minoría, por mucho que luego en el texto se aclare todo. Y no, el titular no se salva porque diga que el impacto puede ser "hasta 2.400 euros". De hecho, eso también es incorrecto, porque sugiere un límite superior, y el año pasado se firmaron, con seguridad, algunos miles de hipotecas de más de 300.000 euros. Por lo tanto, el "hasta" también es engañoso.

En definitiva, es una pena que no tengamos mejores estadísticas sobre el capital pendiente de las hipotecas en España (si alguien conoce alguna fuente, por favor que me informe en los comentarios). Mientras no la haya, es muy difícil calcular cual puede ser el importe de la subida de los típos de interés para una familia hipotecada "típica" española. Pero en todo caso, lo que no puede usarse como ejemplo son valores que sabemos con seguridad que no son típicos, que están bastante o muy por encima de los valores medios de las hipotecas constituidas en los últimos años, y por tanto, que corresponden con la experiencia de una parte pequeña o muy pequeña de la sociedad.