3 de julio de 2025

De Oviedo a Madrid, pasando por Cuenca, gracias a la web de Renfe

 Hace ya casi 20 años que escribí por primera vez en este blog quejándome de la web de Renfe (aquí), por dar información errónea "no hay trayecto directo" cuando una persona buscaba un billete para una relación en la que sí había trenes (como Madrid-Zaragoza) pero el problema era que no se había hecho aún la programación horaria. En 2010 me pasó una vez que ante la misma situación (trenes nacionales aún no programados) la web de Renfe me recomendaba, para viajar en tren de Barcelona a Madrid hacerlo vía París (aquí).

Pues ahora, en 2025, sí, en 2025, he descubierto una nueva variedad de ruta esperpéntica propuesta por la web de Renfe. Les cuento: una persona conocida quería venir de Oviedo a Madrid en tren y me dijo que solo encontraba trenes con transbordos, que tardaban seis o siete horas. No podía entenderlo, si ella sabía que los trenes tardaban menos de cuatro horas.

Nos hemos puesto a indagar y hemos descubierto el problema. Estaba seleccionando como destino la estación de Puerta de Atocha-Almudena Grandes, que era donde creía que llegaban los trenes de Oviedo. Pero esos trenes en realidad acaban en Chamartín. La web de Renfe, incapaz de avisar de esto a un cliente despistado, lo que estaba haciendo, con su infinita inteligencia, era proponerle trayectos como este (que solo se descubre si pinchas en un enlace con "Detalles del trayecto"):

Captura de pantalla donde se ve un trayecto de dos trenes, uno de Oviedo a Cuenca, y otro de Cuenca a Madrid-Puerta de Atocha 

Sí, amigos, la web de Renfe le propone que pase usted de largo de Madrid, no se baje en Chamartín, siga a Cuenca, espere allí una hora y 29 minutos y tome allí otro tren para, cuatro horas después de pasar por Chamartín, llegar al destino ese que usted tanto desea, que es Puerta de Atocha. Si usted quiere ir a Puerta de Atocha no le vamos a quitar la ilusión con alguna advertencia diciendo que si se baja en Chamartín llega cuatro horas antes.

Naturalmente, entre Chamartín y Atocha hay cuatro o cinco trenes de cercanías cada hora, que hacen el trayecto en 13 minutos. Cercanías de Renfe. Pero eso la web de Renfe no lo sabe. O bueno, esperen un momento, claro, es que la estación a donde van los cercanías no es Puerta de Atocha-Almudena Grandes. ¡Cómo va a saber la web de Renfe que Atocha Cercanías y Puerta de Atocha son básicamente el mismo edificio! Es demasiado complejo.

Vamos a probar pidiendo un billete de Oviedo a Atocha (Cercanías). Uups. Pues el resultado no sé si es peor o mejor que lo mandarte ir a Cuenca:

Captura de pantalla donde se ve que al pedir trenes entre Oviedo y Atocha (Cercanías) la web de Renfe dice que no hay trenes. 

Veo que sale lo mismo si pruebo a poner como destino Madrid-Nuevos Ministerios o Madrid-Aeropuerto T4. Mala suerte. La web de Renfe no sabe decirle que puede usted combinar trenes de larga distancia con otros de cercanías para ir a esos destinos. No sabe ni siquiera decirle: "no hay trenes para esa combinación, pero sí hay trenes a otras estaciones de la misma ciudad de destino". 

Usted, el cliente, tiene que saber que los trenes de Oviedo van a Chamartín, y tiene que saber luego buscar en otra web distinta (la de Cercanías) a ver si desde Chamartín puede llegar, también en tren, a alguna otra estación de Renfe. 

En fin, que tengan cuidado si buscan trenes a ciudades con varias estaciones. Hay afortunadamente una opción que es Madrid (Todas) o Valencia (Todas). Úsenla. En realidad, visto lo mal que funciona el sistema cuando "te equivocas" debería ser la única opción. Pero así andamos, todavía.

15 de febrero de 2025

¿El ranking que nunca existió?

 Me pasan por un grupo de amigos de Bilbao, entre orgullosos e irónicos, una "noticia" del 20Minutos, del día 7, con este titular:

La ciudad donde mejor se vive de toda España según National Geographic (y no es la que imaginas)

No voy a comentar aquí el caso claro de titular de tipo anzuelo, que nunca hubiéramos visto en una publicación tradicional. En todo caso, por mi introducción, ustedes ya sí que se imaginarán cuál es esa ciudad: Bilbao, por supuesto. Son muchas las virtudes de la ciudad, según el artículo, aunque algunas de ellas han resultado chocantes para mis amigos bilbaínos.

Lo curioso es que la noticia de 20Minutos no traía ningún enlace a ningún artículo de National Geographic. He visto que varios otros medios han publicado también en las últimas semanas textos parecidos (El Mundo Deportivo, La Sexta, OK Diario), también sin enlace. Y el misterio se complica cuando veo que "noticias" parecidas aparecieron también el año pasado en diferentes medios o páginas web: en septiembre (El Confidencial, Sport), en agosto (Deia, El Español, Telecinco), en julio (MovilZona), en marzo (GolDigital, El Economista). Incluso algún medio como As.com, por qué no, publica básicamente la misma historia dos veces en octubre y en agosto.

Más allá de marzo no he encontrado nada, pero quién sabe. Lo interesante es que, salvo error por mi parte (que espero que no) nadie enlaza a la web de National Geographic, ni cita el título de ningún artículo, ni menciona fecha de la publicación ni número de la revista (esto último apropiado solo, claro, si el ranking hubiera salido en la edición en papel). Tampoco he sabido encontrar con los buscadores habituales ningún texto en la página web de National Geogrpahic que encaje con lo que dicen esas noticias. Todavía más interesante: en un artículo sobre Bilbao publicado en agosto no se hace mención de ese supuesto honor que la propia revista le habría concedido en algún momento reciente. Tampoco en los múltiples artículos de la misma revista que se enlazan en el artículo se dice nada de ningún ranking de ciudades españolas hecho por ellos. Lo que sí he encontrado es un ranking de las 10 mejores ciudades europeas donde vivir, de abril de 2023, en el cual aparecen Barcelona (número 4) y Madrid (número 6), aunque se atribuye a una consultora internacional que tal vez está pensando en particular en ciudades para los famosos expats y por eso solo se fija en grandes polos económicos o financieros. 

En fin, que ya sabíamos que los de los rankings es una de las herramientas más populares para atraer clicks, y que muchos de esos rankings son creados con criterios totalmente subjetivos (las mejores playas de Andalucía, las mejores pastelerías de Barcelona...). Pero aquí, hasta donde yo he podido averiguar,* parece que estamos ante un ranking que alguien se ha inventado, pero como le daba pereza también inventar unos criterios y puntuaciones, se lo ha atribuido a National Geographic por aquello del argumento de autoridad, y eso le ha permitido colar un artículo sobre las maravillas de Bilbao, a base de copia y pega de fragmentos de aquí y allá, o posiblemente ayudado por alguna aplicación de IA. Y luego otra serie de medios han ido repitiendo la "noticia", en muchos casos, de nuevo, con titular-anzuelo, y citando también la fuente inexistente, y han escrito su propia versión de baratillo de lo estupendo que es Bilbao para conseguir unos clickecillos. Todo bastante inofensivo, claro, pero también un poco triste. 

*Escríbanme, por favor, si conocen noticias anteriores a marzo de 2024 que hablen de este ranking, o por supuesto si conocen una publicación de National Geographic que sea la posible fuente de todas estas publicaciones.


20 de junio de 2024

Casi la mitad, o una gran mayoría, o el 29%, elija su aventura

Veo en El País una noticia que me llama la atención: Casi el 50% de los propietarios de coches eléctricos se arrepiente de su compra: estas son las razones. Leo el artículo y me encuentro con una estructura bien peculiar: los tres primeros párrafos no hablan de lo que habla el titular, sino de otros temas relacionados.  Cuentan, así, que en España se venden pocos coches eléctricos, y las posibles razones para ello, que el autor del artículo no atribuye a ninguna fuente particular, sino a lo que debe de considerar saber más o menos común; "El freno para la compra de un coche eléctrico tiene que ver principalmente con estos problemas: coste inicial elevado [negrita original], infraestructura de carga limitada, autonomía de la batería y tiempos de recarga."

Y luego añade: "Aunque el mayor problema es que las encuestas entre los clientes de coches eléctricos están revelando que una gran mayoría se arrepiente de su compra [negrita en el original]. La última ha salido a la luz hace unos días."

En el titular eran "casi el 50%", ahora son"una gran mayoría" los que se arrepiente de su compra. Pero tenemos que esperar al 4º párrafo de la noticia para saber de donde salen los confusos datos: provienen de un estudio de la consultora McKinsey, que ha hecho una encuesta a nivel global sobre la satisfacción de los conductores de vehículos eléctricos. El estudio no se cita directamente, solo hay un enlace a una noticia en un medio especializado (Automotive News), que la ha divulgado. En todo caso, se nos vuelve a decir: "Los resultados no dejan lugar a la duda. Los titulares de estos modelos están decepcionados."

Llegados ya al 5º párrafo encontramos esta frase: "Por ejemplo, en Estados Unidos, el 46% de los propietarios de estos vehículos va a elegir un automóvil con motor de combustión en su próxima compra." Estos serían los arrepentidos, que son "casi la mitad", no desde luego "la gran mayoría", pero en Estados Unidos.

Y llegamos ya, atención, al párrafo sexto: "A nivel mundial, aproximadamente el 29% de los propietarios de vehículos eléctricos planean elegir un coche con motor de combustión para su próxima compra." Acabáramos: en el dato mundial, el único que podría incluir a España, dado que, al parecer, el autor no tiene acceso a datos desagregados de nuestro país, o al menos de Europa, los arrepentidos son casi un tercio.

Luego añade: "Además, existe un grupo significativo —el 21% de los encuestados— que rechaza por completo este tipo de vehículos." ¿Un 21% de los poseedores de un vehículo eléctrico "rechaza totalmente" ese tipo de vehículos? ¿Y son un 21% distinto del 29% que dice que su próximo coche será de combustión? No, para nada. En la noticia de Automotive News se dice que "Twenty-one percent of global respondents do not want to ever switch to an EV.". Resulta que la encuesta de McKinsey se ha hecho a todo tipo de conductores, no solo a conductores de coches eléctricos, y el 21% se refiere al total de los encuestados (o tal vez, no queda claro, al 21% de los que no han comprado ya un coche eléctrico). 

En todo caso, ese 21% no tiene nada que ver con los compradores de coches arrepentidos, que siguen siendo el 29%, a nivel global. Ni "casi la mitad" ni mucho menos "la gran mayoría". 

Si yo fuera conspiranóico me inventaría le película de que el redactor o el periódico están al servicio del lobby petrolero y gasolinero y de los fabricantes de coches que van retrasados con lo de los vehículos eléctricos. En realidad, seguramente es más probable que se haya dejado llevar por sus sesgos personales. O tal vez, simplemente, buscaba el click con un titular llamativo, que sería algo peor aún. En todo caso, el resultado es pésimo. 

12 de mayo de 2024

Una breve nota sobre las votaciones de Eurovision y el aparente apoyo popular a Israel

 Ayer ganó Eurovision Nemo, el representante de Suiza, con 591 votos. Pero como ha sucedido otras veces, los votos de los jurados y los del voto popular (el llamado televoto) fueron bastante diferentes. La canción ganadora "The Code", quedó primera de manera rotunda entre los jurados, al recibir 365 votos el 84% de un máximo posible de 432 (podía recibir un máximo de 12 puntos de 36 países, los 37 que votaban menos la propia Suiza). En cambio, quedó quinta en los votos de los espectadores, con 226 votos, un 51% del máximo posible (en este caso 444 votos, porque además de los 37 países participantes, había un voto del "resto del mundo"). Hay otras discrepancias llamativas entre jurados y votos populares: Portugal quedó séptima para los jurados (139 puntos) y la vigésima (13 puntos) para el público. El Reino Unido quedó en posición 13 en el voto de los jurados (46 puntos), y la última, con 0 puntos, en el voto del público.

Pero la discrepancia más sonada, sin duda, teniendo en cuenta las circunstancias en las que se ha celebrado el festival, con la controversia sobre la participación de Israel, es la que se ha producido en torno a su canción. Para los jurados, quedó en un discreto décimosegundo puesto (52 puntos), pero en el televoto obtuvo el segundo puesto, con 323 puntos, un 73% del máximo posible, y a solo 14 del ganador en esa parte del voto (que fue Croacia, con 337 votos). Israel quedó primera en el televoto, con12 puntos, en 15 países (incluyendo entre otros al "resto del mundo" y a Francia, Italia, Alemania, Reino Unido, Suecia, Suiza, Bélgica, Países Bajos, y España), y quedó segunda en otros siete.

Como era de suponer, en mi breve visita matinal a las redes sociales me he encontrado con muchas reacciones hiperbólicas a este contraste entre el voto del jurado y el voto popular. Todas ellas parten de la suposición, creo que razonable, de que el voto popular hacia Israel tiene poco que ver con los méritos musicales de la canción (que cada uno puede juzgar viendo su actuación y la de las otras canciones en puestos altos de la clasificación). Creo que se puede dar por bueno que una parte importante de las personas que han votado a Israel lo han hecho como respuesta a la petición de boicot o expulsión del festival, e indirectamente como apoyo a la política actual del gobierno de ese país en la guerra en Gaza.

A partir de ese rasgo común, claro, las intepretaciones discrepan. Algunos leen el resultado entusiásticamente como una prueba del apoyo popular en Europa a las acción del gobierno de Israel, y como una refutación de las élites intelectuales, los manifestantes universitarios, los rectores de las universidades españolas, Greta Thunberg, y en general los grupos "progres" con mucho altavoz mediático, que parecen monopolizar la esfera pública, pero que a la hora de la verdad se demuestra que no cuentan con demasiado apoyo social. Algunos incluso sospechan de que en realidad los jurados han actuado de manera concertada para dar pocos puntos a Israel, porque sospechaban que si le daban una buena puntuación algo más alta, con el inmenso apoyo popular, Israel podría fácilmente ganar el festival.

Por el otro lado, entre aquellos que llevan tiempo escribiendo y opinando  vehentemente contra las acciones del gobierno de Israel, aparecen las voces que miran con horror el resultado de la votación, se lamentan en particular de los 12 puntos dados por España ("somos lo peor" y otras frases más contundentes), y se sienten perturbados por la constatación de que a su alrededor hay una buena parte de la población que parece apoyar lo que ellos encuentran que son comportamientos atroces.

En realidad, claro, tanto unos como otros harían bien en calmarse porque se puede decir alto y claro que, incluso en el supuesto más extremo de que todos y cada uno de los votos a favor de la canción israelí tuviera motivaciones políticas, y no musicales, el resultado nos dice exactamente cero cosas de valor respecto a lo que piensa la opinión pública europea en torno a las acciones del gobierno de Israel, por múltiples razones. La primera y más importante, mil veces dicha, pero hay que repetir una vez más: independientemente de cuántas personas hayan votado (luego vuelvo a eso), estamos ante una muestra de la población autoseleccionada, gente que ha elegido participar en la votación y no ha sido seleccionada al azar. Una muestra compuesta, en proporciones que desconocemos, por personas que suelen votar en Eurovision, porque les gusta el festival, y por personas que no suelen hacerlo pero este año han decidido participar precisamente por la controversia política, para mostrar su apoyo a Israel. Además, el sistema permite emitir hasta 20 votos por cada participante, a un mismo o a distintos cantantes. Es fácil pensar que el segundo grupo de votantes habrá emitido, más frecuentemente que el primero, múltiples votos por Israel (así lo cuentan orgullosamente algunos en redes sociales).

Por otra parte, hay dos cosas muy importantes que no sabemos sobre la votación: cuántos votantes participan, con cuántos votos, en cada país, y qué porcentaje de los votos tiene cada una de las canciones que recibe algún punto. Obviamente, la organización tiene esa información, pero no nos la cuenta, probablemente porque le quitaría el aura de solemnidad y autoridad a la votación.

Pero podemos hacer alguna cuenta de andar por casa. Sobre lo primero, pensemos que la audiencia media de Eurovision debe de andar por debajo del 10% de la población de los países participantes (el año pasado la audiencia media de la final fue de 54 millones de personas, y en un cálculo rápido la población de los países participantes está en torno a los 575 millones). Vamos a suponer que uno de cada cuatro espectadores tiene suficiente interés como para gastarse un dinerillo en votar, una o más veces. Estaríamos hablando de unos 13 millones de personas, que repartirían sus votos entre 25 finalistas. Lo típico en estas situaciones es que cuatro o cinco favoritos concentren la mayoría de los votos, y el resto estén muy repartidos. En esas condiciones, posiblemente en muchos países, el ganador "douze points", esté recibiendo menos de un 20% del voto popular. Es decir, que un ganador abrumador en votos populares podría estar teniendo los votos de tal vez dos o tres millones de personas, menos del 1% de la población total de esos países. Trasladando esas cuentas a España, por ejemplo, hablaríamos de unos 4,7 millones de espectadores, 1,2 millones de votantes, y tal vez 250.000 personas, alrededor del 0,5% de la población española, votando por la canción ganadora.

Las cuentas anteriores están hechas pensando en un año típico en el que no hay factores extraordinarios que lleven a personas sin interés por el festival a votar. Si imaginamos ahora que ciertas personas deciden participar solo por una motivación política, para apoyar a un país por cualquier motivo, y que no les importa gastar un dinero extra y votar 20 veces, vemos que bastarían, por ejemplo, en España, 15.000 o 20.000 personas motivadas, para empujar a una canción a la primera posición. Y eso sin pensar en la posibilidad, no imposible, pero creo que poco probable, de la acción concertada para comprar votos.

[Addenda: gracias a @SergioSangiao en Twitter descubro después de publicar este texto que hay datos oficiales del número de votos emitidos en España varios años, publicados por RTVE por la ley de transparencia. Entre 2017 y 2022, el año con valor más alto, nunca pasaron de 80.000 votos (muchos menos votantes). Por lo tanto, mis estimaciones de servilleta parece que eran muy generosas, y en realidad, con gente dispuesta a emitir 20 votos, el número de personas necesarias para conseguir los 12 puntos puede que no llegue ni a 5.000] 

Pensar que cualquier cosa que salga de ahí tiene algún valor como medida de la opinión pública europea o española es de locos. Entiendo que muchos de los que muestran ahora su alegría por los resultados son conscientes de todo esto y escriben entusiasmados simplemente para trolear. Los que se rasgan las vestiduras no estoy tan seguro de que se den cuenta de que sufren sin necesidad. Como decía más arriba, esto nos dice exactamente cero sobre el apoyo popular al gobierno de Israel, y unos y otros deberían dejar de sacar conclusión ninguna sobre el asunto.

Como curiosidad, si quieren ver en acción la diferencia entre una muestra autoseleccionada, y muy motivada, y una muestra aleatoria, les invito a leer lo que escribí hace dos años para Cuadernos de Periodistas, en relación precisamente con el Benidorm Fest. Entonces Tanxugueiras, Chanel y Rigoberta Bandini obtuvieron resultados muy distintos en ambas votaciones, cosa que sabemos gracias a la transparencia de RTVE, que la UER desgraciadamente no tiene. Pero el caso ilustra perfectamente cómo una minoría movilizada puede alterar significativamente el resultado de una consulta de tipo televoto. Y cómo, por tanto, lo de ayer no tienen ningún valor para saber nada sobre la opinión pública en España ni en ningún otro país.