16 de agosto de 2007

En todas partes cuecen habas...

No dejen de leer, si el inglés no se les atraganta en demasía, este estupendo artículo de Slate, que me manda Mari Pili, del divertidísimo Desternillablog (mil gracias). Un profesor de periodismo ha hecho el experimento, con unos cuantos ayudantes, de recopilar más de 3.000 noticias de diez periódicos, y mandárselas a testigos y fuentes citadas en los mismos textos, para que señalen si observan errores (fácticos). De las respuestas recibidas se deduciría que más o menos la mitad de las noticias tienen uno o más errores. Muchos de ellos son menores (una edad, un nombre). Pero la tasa parece extraordinaria.

Sólo un 2% de las noticias con errores detectados dieron lugar a una Fe de errores. Naturalmente, para corregir un error hay que conocerlo. Pero resulta que 130 de las fuentes consultadas dijeron que se habían puesto en contacto con los periódicos para pedir correcciones, pero sólo 4 de ellos lo habían conseguido. ¡Y a mí que los periódicos americanos me parecían modélicos en su disposición a corregir errores!

Debe de ser porque me fijaba demasiado en el New York Times, que publicaba en 2004 unas nueve rectificaciones diarias, mientras que en 1982 sólo publicaba una. Probablemente no es que el periódico sea ahora peor, sino que es más fácil para la gente hacer llegar las quejas sobre los errores. Y el NYT no se resiste a publicarlos, como, al parecer, sucede en otros medios.

Lo más divertido del artículo es este texto, del equivalente al defensor del lector del NYT, que habla del "cáncer" de los errores en la escritura de nombres propios (mi traducción rápida):
... The New York Times escribe nombres con errores a un ritmo enfurecido -- nombres famosos, nombres desconocidos, nombres de los muertos en sus necrológicas, nombres de los vivos en sus anuncios de boda, nombres populares de Hollywood, nombres de miembros del gobierno, deportistas, el hombre de la bomba en el zapato, el crítico de cine de The Daily News en Nueva York y, asombrosamente y repetidamente, Sulzberger, el nombre de la familia dueña de The New York Times.
Creo que a esto último aún no hemos llegado en España, aunque todo hay que decirlo, nuestros nombres suelen ser más sencillos de deletrear que los americanos, que proceden de países muy diferentes y se han ido adaptando y modificando de múltiples maneras.

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