Veamos el caso. Titular:
No vives en una burbuja informativa
Subtítulo:Un estudio tumba la teoría de las cámaras de eco y muestra que los españoles consumen medios de todas las ideologías
Subrayo: "un estudio tumba la teoría".
Por si no lo conocen, la teoría de las cámaras de eco es la que dice que en con las redes sociales se produce un fenómeno por el cual mucha gente, en parte voluntariamente (a través de la selección de las páginas que visita, las personas y entidades a las que sigue, los "amigos" de Facebook, etc...) pero también, crucialmente, de manera involuntaria (a través de la información seleccionada por los algoritmos que usan las redes sociales, los buscadores, Youtube, para enseñarnos información que creen que nos interesará, basándose precisamente en las páginas que visitamos, los "likes" que hacemos...) acaba estando expuesta casi exclusivamente a información que confirma sus puntos de vista, con la que está de acuerdo, y deja de ver, o ve en muy poca cantidad, información con puntos de vista distintos a los suyos. Desde una perspectiva normativa, la preocupación es que esto produzca una segmentación de la población en grupos de personas cada vez más encerradas en sus nichos ideológicos, que literalmente no se escuchan unas a otras, y que no comparten una esfera pública común, como la que, se supone, en un tiempo pasado, nos proporcionaban los medios de comunicación que tenían cierta pretensión de neutralidad y diversidad (los grandes periódicos de referencia, en donde los había, las televisiones no partidistas, donde las había).
El asunto es muy complejo, y lo cierto es que hay decenas, o probablemente ya centenares, de estudios publicados sobre en qué medida realmente las cámara de eco existen, cuánto de distinta es la situación respecto a tiempos pasados en los que la gente también podía consumir medios informativos segmentados ideológicamente, a cuánta gente afecta el cambio, si lo ha habido, en qué grupos de población puede tener más relevancia (por edad, por ideología, por educación...), cómo se manifiesta en diversos países y distintos contextos políticos y qué efectos tiene realmente en el comportamiento de la gente (por ejemplo, claro, en el voto, pero también en otras cuestiones).
Bien, pero tranquilos, porque ahora llega, por lo que parece, un estudio que simplemente "tumba la teoría". No la cuestiona, relativiza, matiza, debilita, limita... No. LA TUMBA. La derriba y termina con ella.
Va a ser que no, claro. Y no por nada malo que hayan hecho los investigadores, ni porque su estudio esté mal. Por lo que he visto, tiene aspecto de ser un trabajo excelente. Pero es que, simplemente, la ciencia no funciona así. Un solo estudio "nunca" derriba una teoría. Y menos aún en ciencias sociales, donde apenas hay leyes universales ni patrones regulares que se apliquen en todas las sociedades. Cada estudio, cada artículo, aporta una contribución parcial, limitada, incompleta, al conocimiento, que se va construyendo por acumulación de muchos estudios que van estudiando diferentes aspectos de un mismo asunto, con diferentes métodos, y van construyendo poco a poco, lo que creemos que sabemos sobre un tema.
En este caso concreto, lo que tenemos es que un estudio, en un contexto particular (España, 2015), con un método determinado (estudio de visita a diferentes webs de medios de comunicación por una muestra de 400 personas) ha encontrado mucha evidencia de que la mayoría de la población, aunque tiende a visitar más páginas web de medios con orientación similar a la suya, visita también, sistemáticamente, las páginas web de periódicos de ideología distinta, aunque una pequeña minoría (14%) sí que parece visitar sólo medios afines. Lo cual, en efecto, no encaja bien con la teoría de las cámaras de eco. Y encaja con otros estudios que han puesto en duda la teoría, como se explica en el texto de El País.
Es una información valiosa, por supuesto, que ha de ser tenida en cuenta, pero de ninguna manera "tumba" la teoría de las cámaras de eco, ni establece una nueva verdad sobre el asunto, porque simplemente eso "no se puede hacer". Los propios autores reconocen ciertos límites de su estudio relacionados con la selección de la muestra (que tal vez haya producido personas particularmente "abiertas"). Hay además muchísimos aspectos de la teoría que este artículo no toca, ni tiene por qué hacerlo. Por ejemplo, no se estudian los contenidos vistos y compartidos a través de redes sociales, ni los efectos del consumo de medios sobre las propias posiciones políticas, o los comportamientos políticos (voto). No sabemos mucho sobre las diferencias entre el 14% que sí parece consumir solo medios afines y los demás, ni si ese 14% es mayor o menor de lo que podía ser hace años (tal vez offline esa gente también solo consume/consumía medios afines, o tal vez, en efecto, algunos o muchos de ellos se han metido en una burbuja en la que antes no estaban).
En fin, múltiples cuestiones no tocadas, que, insisto, no representan una crítica al artículo académico. Porque sería imposible responderlas todas con una sola investigación. Habrá muchas otras, de este equipo, y de otros, en otros lugares del mundo, con otros métodos, que nos permitirán ir perfilando el valor y los límites de la teoría de las cámaras de eco.
Pero lo que sí se puede criticar es el artículo periodístico que cree que un artículo académico establece "la verdad" sobre un asunto tan complicado. Y que "tumba" una teoría. Eso no pasa casi nunca, y aquí, claramente, tampoco. Se podía y se debía haber hablado de esta investigación con otro tono menos rotundo, siguiendo, por cierto, los consejos que da el propio El País: "Un estudio científico demuestra que…". ¿Seguro?
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