Ahora bien, el problema con este tipo de estadísticas es que aunque se calculen y se cuenten bien, se suelen entender mal, como he contado otras veces en Malaprensa. Me explico: esas estadísticas que hemos mencionado simplemente comparan el salario medio de todos los hombres y de todas las mujeres ocupados. La diferencia de salarios, por tanto, es el resultado conjunto de todas las diferencias entre los trabajos de hombres y mujeres: diferencias en la distribución en diferentes sectores, entre jornadas a tiempo completo y tiempo parcial, en su edad, su experiencia laboral, su formación, el tamaño de la empresa, el puesto concreto que ocupan...
Lo dice el propio INE en su nota de prensa: "La diferencia entre la remuneración de hombres y mujeres se reduce si se consideran situaciones similares respecto a variables como ocupación, tipo de jornada o contrato, entre otras." Por su parte, el informe de UGT, aunque no diga nunca explícitamente que las cifras globales se refieren a personas que hacen el mismo trabajo tampoco hace ningún esfuerzo por aclarar que no es así, e incluso al hablar de un grupo concreto sugiere precisamente que sí estamos hablando de personas que hacen el mismo trabajo:
Las mujeres con elevada formación académica, que se dedican a actividades profesionales, científicas y técnicas, por realizar un trabajo de igual valor que sus compañeros hombres reciben un 30 % menos de salario. [Negritas añadidas]Es una interpretación incorrecta de los datos del INE, que solo dice que si se comparan los sueldos medios de hombres y mujeres en la "sección de actividad" denominada así ("actividades profesionales, científicas y técnicas"), la diferencia de sueldos anuales es de un 30%. Pero esa comparación está hecha, como las demás del informe, entre todos los hombres y mujeres que se incluyen en el grupo, sin tener en cuenta ninguna otra posible diferencia entre ellos. Por ello, decir que "realizan un trabajo de igual valor" está completamente falto de apoyo empírico. Por ejemplo, esa "sección de actividad", que no incluye, pese a su nombre, todas las actividades profesionales, científicas o técnicas, comprende cosas variadas como servicios jurídicos, de arquitectura, ingeniería, gestión empresarial, veterinarios... Y a través de la EPA podemos ver que hombres y mujeres no están distribuidos por igual en esos subgrupos. Posiblemente al menos una parte de ese 30% se explique porque, por ejemplo, los servicios de ingeniería tienen salarios más altos que los de contabilidad, y la presencia en ambos subgrupos de hombres y mujeres es muy diferente.
En fin, que entre lo que no se dice, y lo que se sugiere, mucha gente entiende mal estos datos. Y así, ya algunas de las noticias que contaron el informe de UGT incluyeron la idea de que se comparaba a personas que hacían el mismo trabajo.
- El Correo: Las riojanas cobran una cuarta parte menos que los hombres por hacer el mismo trabajo
- Ideal: Las mujeres cobran 2.600 euros menos al año que los hombres por el mismo trabajo
- El Comercio: Los hombres asturianos ganan un 39 por ciento más que las mujeres por el mismo trabajo
- La Opinión de Málaga: Las mujeres cobran un 25% menos que los hombres por hacer el mismo trabajo
- El País (el año pasado, por las mismas fechas, por el mismo tipo de informe): Las mujeres ganan 5.744 euros menos al año que los hombres por trabajos iguales
Y luego la rueda de comentarios, análisis y reacciones políticas a este tipo de noticias confirma que se entienden mal. Véanse:
- La coordinadora provincial del Instituto Andaluz de la Mujer (IAM), Estefanía Martín Palop denunció que las andaluzas cobran un 22,8 por ciento menos que sus compañeros desempeñando un mismo puesto de trabajo y con una misma formación académica, según Europa Press.
- Según la web del PSOE su vicesecretaria general y candidata al Parlamento Europeo afirma que las mujeres con trabajo sufren una enorme “brecha salarial”, es decir, “que por el mismo trabajo, tienen salarios más bajos que los hombres”.
- En esa línea, el PSOE ha registrado en el Congreso de los Diputados una proposición no de ley, instando al Gobierno a reforzar las actuaciones de las inspecciones de trabajo y de Seguridad Social para garantizar la igualdad salarial entre mujeres y hombres.
- Y en su Conferencia Política de noviembre pasado el PSOE propuso una "ley de igualdad salarial", que se justificaba porque, según Concepción Causapie, "el problema fundamental es que [las mujeres] reciben menos dinero por realizar el mismo trabajo".
- La periodista Julia Navarro escribe todo un artículo basado en la premisa errónea, y denunciando la "infamia" de que las mujeres cobren un 23% menos por el mismo trabajo.
Como puede ver cualquiera que lea con atención las estadísticas del INE, sus datos no miden esto. No hablan del mismo trabajo, ni de personas con la misma educación, experiencia, etc... Hablan de salarios medios, de todos los hombres y mujeres, o en su caso de todos los de un territorio, o un grupo grande definido por la sección de actividad u otros criterios.
De hecho, por ejemplo, las mujeres están sobrerrepresentadas entre las personas que trabajan a tiempo parcial, y claro, estas cobran menos que las que trabajan a tiempo completo. Y resulta que si miramos el salario por hora, la brecha salarial ya no es del 23% sino del 16,3%. Casi un tercio de la diferencia salarial se explicaría, por tanto, por el número de horas trabajado.
Por todo ello, es perfectamente posible que la inmensa mayoría de las empresas en España paguen igual por igual trabajo a hombres y mujeres, y que eso sea compatible con que el salario medio de las mujeres sea bastante más bajo que el de los hombres, porque ellas no hacen los mismos trabajos que ellos, ni trabajan las mismas horas. Es decir, que podría haber desigualdad salarial sin que hubiera discriminación salarial, o siendo esta bastante pequeña.
En definitiva, sí, hombres y mujeres ganan, como media, sueldos distintos. Pero no sabemos realmente cuánto se debe a discriminación salarial, (personas que haciendo lo mismo cobran distinto), cuánto a discriminación laboral (que a igualdad de condiciones las empresas elijan a hombres para puestos de más sueldo), y cuánto a características de los propios trabajadores, que hacen que haya más o menos hombres y mujeres interesados y capacitados para diferentes trabajos. Si hay menos mujeres con estudios de ingeniería, por volver al ejemplo de arriba, lógicamente habrá menos mujeres con trabajos que requieren esa cualificación, y que están bien pagados. Dentro de los estudios de FP, no es lo mismo un estudio de administrativo, que de mecánica del automóvil, o de peluquería. Cada uno de ellos tiene sueldos distintos, y la proporción en ellos de hombres y mujeres es diferente.
Naturalmente, a su vez, nos podríamos preguntar por qué hay menos mujeres ingenieras, o mecánicas de automóvil. O por qué en promedio el peso de familia y trabajo es distinto en las prioridades vitales de hombres y mujeres. En qué medida se debe a inclinaciones naturales diferentes y en qué medida se debe a la influencia de la cultura y la educación, de las expectativas creadas en los niños y niñas por la familia, la escuela y en general el entorno social. Es el debate que en inglés se representa con la frase hecha "nature vs nurture", y que en español podemos traducir como "naturaleza frente a educación" o "lo innato frente a lo adquirido".
Esta es una discusión complejísima que está en el centro de los estudios de la antropología, la sociología y la psicología del género. En la radio mencioné un debate entre dos psicólogos de la Universidad de Harvard, Pinker y Spielke, disponible online (en inglés), con el audio, el texto y las presentaciones utilizadas, que se celebró en 2005 a raíz de la polémica que hubo en aquella universidad sobre por qué hay menos mujeres en los puestos de más nivel en las ciencias duras y las ingenierías. Ninguno de los dos profesores creía que la explicación tenga que ver exclusivamente con la naturaleza (nadie sensato lo cree), pero mientras que Pinker creía que la naturaleza sí tiene un peso importante, Spielke defendía que la explicación es exclusivamente cultural. Los dos profesores presentan evidencias fascinantes en apoyo de sus argumentos.
La información sobre la desigualdad salarial, por tanto, es una especie de indicador sintético de la desigualdad laboral entre hombres y mujeres, del resultado final, en términos de remuneración, de la suma de tres factores posibles: la pura discriminación salarial, la discriminación laboral, y las diferencias cognitivas o actitudinales entre hombres y mujeres, que, independientemente de cuál sea su origen, para los empleadores son un dato dado.
Las estadísticas publicadas no permiten discernir bien el peso de esos factores, y la cobertura del tema en los medios suele facilitar la confusión, al no explicar claramente en que no se está comparando sueldos de personas que hacen el mismo trabajo. Pero lógicamente, si no entendemos bien lo que estamos midiendo, y si no nos esforzamos por entender sus causas, tampoco podremos pensar ordenadamente sobre sus posibles remedios.