No toda la malaprensa tiene que ver con estadísticas mal entendidas, aunque figure aquí prominentemente, por ser relativamente fácil descubrirla. Hay otra mucha que pasa desapercibida, porque consiste en contar mal lo que alguien dijo o hizo, y no hay fuentes alternativas para contrastar la información. Excepto cuando ese alguien es una persona de relevancia, como Antonio Muñoz Molina, que escribe al periódico (en este caso
El País) una
carta al director rectificando sus errores. Termina así:
Por tranquilidad de espíritu, prefiero pensar que entre los hechos diarios y el relato que el periódico hace habitualmente de ellos haya una relación más veraz y menos fantástica que entre mi charla del día 18 de julio en El Escorial y el titular y la crónica de Gabriela Rojas.
Pues yo tengo mis dudas.
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