2 de noviembre de 2005

Ignorancia no excusable

Editorial (€) de hoy en El Mundo, que vuelve sobre un clásico de Malaprensa. Tras quejarse de que Rajoy, que representa al 42% de los diputados, tendrá enfrente a 14 representantes del 58% restante (cosa que se debe, como el texto reconoce, al reglamento del Congreso, y no a otra cosa), se descuelga con este texto, que voy a fiskear debidamente:
La reflexión de fondo que esta situación paradójica, rayana en lo surrealista, provoca es la conveniencia de cambiar una Ley Electoral que favorece la atomización de la Cámara a favor de las minorías nacionalistas [la ley electoral no favorece a las minorías nacionalistas, sino que, en promedio, les perjudica, como puede verse aquí y aquí], reforma propuesta tanto por el PP como por destacados dirigentes del PSOE. Una posibilidad es que nuestra legislación, como la alemana, establezca un mínimo porcentaje de voto nacional para obtener escaño en el Parlamento [Hay varias falsedades en esa afirmación. Primero: para optar a los escaños que se eligen por voto mayoritario simple (la mitad del total), no se exige ningún porcentaje del voto nacional. Segundo, y más importante, el artículo 6 (6) de la ley electoral alemana establece dos excepciones a la regla del 5%, que sólo se aplica a la mitad de los escaños que se reparten de manera proporcional: cuando un partido obtiene 3 diputados por elección directa en distritos uninominales, participa también en el reparto proporcional, aunque no haya llegado al 5% nacional. Aún mejor: el artículo excluye expresamente de la regla del 5% a los partidos que representan "minorías nacionales"]. Otra, como en Gran Bretaña [Nuevo error: en Gran Bretaña, por ejemplo en mayo pasado, los partidos nacionalistas o "locales" de Escocia, Gales e Irlanda del Norte obtuvieron el 4,63% de los votos y 27 escaños, es decir el 4,19% de los 645 escaños. Es decir, que como en España, los partidos nacionalistas obtienen una representación ligeramente por debajo de la que les correspondería. Lo que sí hace el sistema británico es dar una sobrerrepresentación inmensa al partido que gana. Por ejemplo, en mayo, el Labour Party, con el 35,3% de los votos, obtuvo el 55,2% de los escaños. ¿Es esta la solución que propone El Mundo para remediar los "problemas" de nuestra ley electoral? ¿Que un partido con el 35% del voto pueda gobernar con mayoría absoluta?] o Francia [es difícil la comparación, porque en Francia no hay partidos nacionalistas; pero con un sistema mayoritario a doble vuelta como el francés no resulta difícil imaginar que los nacionalistas sacarían todos los diputados de las zonas en las que son mayoría, lo que les daría una fuerza no muy distinta a la actual], la de un sistema mayoritario, pues con el proporcional ni siquiera es necesario que estas fuerzas ganen en su circunscripción, y basta con que tengan una presencia significativa .

Con la ley actual [y la distribución habitual del voto], los nacionalistas, y especialmente los catalanes, tienen siempre [excepto de 1982 a 1993 y de 2000 a 2004; 13 de los 28 años escasos con sistema constitucional] la capacidad de completar las mayorías en el Congreso y presionar al Gobierno de turno para obtener sus reivindicaciones. La práctica demuestra que la sobrerrepresentación [quiere decir infrarrepresentación] de las minorías nacionalistas en la Cámara no conduce a una mayor pluralidad en la búsqueda del interés general, sino a la práctica desaparición de éste, sustituido por las reivindicaciones particularistas.El problema se ve ciertamente agravado cuando esas fuerzas nacionalistas se encuentran, como ahora, con un presidente del Gobierno entreguista y connivente.

Premisas falsas, conclusión equivocada. El sistema electoral español no favorece sistemáticamente a los nacionalistas, sino que en promedio les perjudica ligeramente. Sólo favorece sistemáticamente a los dos grandes partidos, PP y PSOE. El problema para conseguir mayorías absolutas no está en la ley, sino en los votos.

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