El primer párrafo trataba de enganchar al lector:
Los veranos españoles serán tsunamis de calor, la costa norte se hará mediterránea, el sur se convertirá en un desierto, especies vegetales y animales se extinguirán, el agua será un bien escaso, el mar se comerá parte de la playa y los españoles desarrollaremos nuevas enfermedades relacionadas con la contaminación atmosférica y los climas subtropicales. En una palabra, España se africanizará.Mis colegas me han jurado y perjurado que ellos no han tenido la ocurrencia de hablar de "tsunamis de calor". Ni tal expresión aparece, por supuesto, en el informe entregado al presidente, que se puede descargar desde la propia página de la noticia (pdf) en Elpais.com (cada vez es más común que los medios pongan accesos directos a las fuentes, afortunadamente).
En general el párrafo presenta en futuro de indicativo lo que el informe dice que podría pasar sólo en uno de los escenarios examinados, el más extremo. Los escenarios, basados en estándares acordados internacionalmente, difieren en el grado de concentración de gases de efecto invernadero: a más concentración, mayores efectos sobre el clima. Diferentes escenarios corresponden a diferentes trayectorias futuras de la economía internacional (diferente grado de desarrollo económico, diferente adopción de tecnologías...).
Pero lo peor está aún por venir. El segundo párrafo comenzaba así:
Este panorama desolador será un hecho a finales de siglo si España no actúa en la lucha contra el cambio climático, según un informe elaborado por 17 expertos españoles para el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero [negritas mías].No hombre, no. Eso sucederá, si ha de suceder, independientemente de lo que hagamos nosotros. Hablamos de cambio climático global. Son las emisiones globales las que afectan a nuestro clima. Si la economía mundial crece a toda marcha y los países en desarrollo se compran coches a buen ritmo y construyen muchas centrales de carbón para producir energía eléctrica, y aumentan en definitiva sus emisiones enormemente, nosotros ya podemos hacer el pino, que lo que haya de pasar, pasará. Ahí está la clave del problema: que un país no puede, por su propia acción, salvarse a sí mismo. Por eso hace falta acción internacional coordinada para luchar contra él.
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