31 de julio de 2008

Qué manía

Vuelve El País, otra vez, por la senda del pre-riodismo: Los emigrantes españoles podrán votar en 2012 por Internet, a la hora de hablar de un proyecto del gobierno.

"Podrán" quiere decir en realidad "podrían", tal vez, si se cumplen un montón de condiciones: que se apruebe la reforma de la Ley Electoral que lo permita (supuestamente el gobierno se ha comprometido a que haya consenso al respecto), que se desarrolle la tecnología suficientemente segura para hacerlo...

Más allá del aspecto malaprensístico, aprovecho para decir, como haré en todos los lugares en los que me dejen, que el voto electrónico me parece un peligro grave, aunque si se limitara a los emigrantes, en una circunscripción propia (que, por cierto, requeriría una reforma de la Constitución), el daño causado sería menor. Lo argumenté precisamente en un artículo en El País, cuando en el verano de 2004 Rodríguez Zapatero anunció el voto electrónico para el referendum sobre la Constitución Europea. Este era el último párrafo del artículo:
... en los últimos años, algunas elecciones se han celebrado en un clima político de considerable tensión y desconfianza. Salvando las diferencias, recordemos las acusaciones cruzadas en torno a las elecciones del 14-M, las elecciones repetidas a la Asamblea de Madrid (con su famoso recuento) o las elecciones vascas de 2001. Gracias a nuestro actual procedimiento de votación y recuento, en ninguna de ellas hubo dudas de que los votos contados eran los votos realmente depositados en las urnas. ¿Podríamos decir lo mismo si el escrutinio lo hubieran hecho ordenadores conectados en red? Creo que la respuesta es obvia. Si implantamos el voto electrónico, más pronto que tarde habrá unas elecciones con un resultado sorprendentemente favorable para el partido en el poder, y muchos ciudadanos de buena fe creerán que ha habido tongo, sin que se sea posible probar lo contrario. No sé si nuestra democracia aguantaría una sospecha extensa de fraude. ¿Vamos a correr ese riesgo sólo para ser los más modernos?
Sustituir la transparencia por la oscuridad no es nunca una buena idea. Y menos para dar el voto a los emigrantes, que ni pagan impuestos aquí ni disfrutan/padecen a nuestros gobiernos.

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