26 de mayo de 2004

Prohibido prohibir

Dice un titular de hoy miércoles 26 de mayo en elmundo.es que "La ONU prohíbe una docena de sustancias contaminantes". Tal cosa, por supuesto, no es cierta. La ONU, por suerte o por desgracia, según las opiniones al respecto, no tiene poder ninguno para prohibir el uso de sustancias.
Lo que ha sucedido, como (más o menos) se entiende al leer la noticia, es que, tras ser ratificado por 50 países, ha entrado en vigor un tratado internacional, el llamado Convenio de Estocolmo, que obliga sólo, evidentemente, a los países firmantes, que por el momento son 50, de manera que, a la inversa, se deduce que más de 100 no lo han ratificado, y pueden seguir produciendo y utilizando esas sustancias, si lo desean (aunque los límites que introducen los firmantes al comercio con ellas puede evidentemente tener un impacto también sobre los no firmantes).
La noticia de elmundo dice también que "Algunos de estos contaminantes orgánicos persistentes (también conocidos en la terminología científica como POPs) han demostrado su capacidad para provocar graves daños en el sistema nervioso y reproductivo del ser humano, así como en su capacidad inmunológica."
Habría que ver cuál es exactamente el grado de demostración que existe. Esta es una cuestión complejísima, en la que ahora no puedo meterme, pero quiero al menos dejar constancia de mi escepticismo (que creo que el periodista debería compartir).
Por muchas razones, el conocimiento que tenemos sobre el efecto a largo plazo para la salud humana de las sustancias químicas es todavía muy incompleto. Sospecho que la afirmación tan rotunda de la noticia no proviene de fuentes científicas, sino más bien de ecologistas. Bien está que éstos hagan su argumentos, y nos alerten de los peligros que creen que existen, pero el periodista debería tener cuidado con la reproducción literal de sus afirmaciones.

Comentarios hasta el 26-12-09

Por suerte, se ha librado de la prohibición el "terriblemente dañino" DDT, una de las armas más efectivas y más inocuas con las que contamos para luchar contra auténticos daños a la salud humana, como la malaria, que provoca miles de muertos al año y millones de personas enfermas en África y otros continentes.

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